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El lugar de Mexico en America del Norte (in spanish)

Actualmente, México, Canadá y Estados Unidos se encuentran en proceso de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Ciertamente dichas negociaciones se han dado en un entorno de mucha discrecionalidad, no obstante, es un hecho innegable que han existido complicaciones derivadas de las demandas poco razonables de Trump.

Ahora, México y Canadá han tomado estrategias diametralmente distintas para lidiar con esta problemática. Por un lado, los canadienses han optado por una postura conciliatoria en la que se enfatiza la interdependencia bilateral, no sólo en términos económicos, sino en materia política, social y cultural. Por otra parte, la estrategia mexicana se encuentra honestamente dispersa en todo aspecto de la renegociación. Si bien, en muchos momentos la postura mexicana ha sido la de “mantener la cabeza fría”, ha habido momentos en los que esta situación no ha permanecido así. Aún antes de las negociaciones, México decidió afrontar el dilema con una posición de poder y autoridad relativa en el asunto alegando que ante una posible terminación del Tratado el país optaría por la diversificación comercial con entidades como China, Latinoamérica y Europa.

Aquí se debe señalar la existencia de fallas fundamentales. En primer lugar, para el caso de un acercamiento con China, es preciso afirmar que la estructura comercial del gigante asiático posiciona a las dos naciones en una relación de competencia y no de complementariedad. En segundo lugar, se necesita afrontar la realidad de que los chinos no participan de un juego justo, sino que, al contrario, su actividad comercial está llena de prácticas desleales como la manipulación monetaria y el ‘dumping’, las cuales a México sencillamente no le ayudarían.

Para el caso de una posible cooperación con Latinoamérica se repite la misma primer problemática del caso chino. México y América Latina ofrecen al sector mundial básicamente lo mismo, es decir, mano de obra barata bien entrenada, y por tanto, no estamos en condiciones de cooperación sino de competencia. De forma pragmática, si históricamente no se ha desarrollado una relación comercial fructífera es porque sencillamente no se tiene nada que ofrecer.

Por último, dada la situación de una diversificación comercial centralizada en la Unión Europea existe algo que se debe tener en claro y es que hoy por hoy, los europeos están más concentrados en la resolución de sus conflictos internos que en otra cosa. Si México deseara impulsar esta relación, la dinámica actual de Europa sería un gran impedimento para que esta se consolidara. Además, hay que recordar que a pesar de la existencia de un tratado de libre comercio desde el año 2000, según cifras oficiales el valor de las exportaciones de México con la Unión Europea no ha rebasado el 5% del total del comercio mexicano (aún a pesar de ser su tercer socio comercial más importante).

Algunos expertos en México han apuntado a que se debería castigar a los Estados Unidos dejando atrás la lucha contra el narco y permitiendo el flujo de centroamericanos por la frontera sur. Ellos sugieren que ni el narcotráfico, ni el tránsito en la frontera sur son problemas que nos afecten precisamente a nosotros, sino solamente a Estados Unidos; observaciones que por demás carecen de todo sentido.

Hoy la realidad es que las tensiones son altas, y a pesar de que el manejo de la discursiva de la Casa Blanca no ha sido igual con México que con Canadá, es importante promover una estrategia cautelosa que desarrolle bien un sistema de incentivos que realmente lleve a México al cumplimiento de sus intereses.

Hace unas semanas se hizo controversial la expulsión del embajador de Corea del Norte. Mucha gente criticó la medida como una forma de complacer a Estados Unidos, no obstante, este hecho es plenamente consistente con la estrategia diplomática de México en materia de no-proliferación nuclear. Recordemos que a finales de los años sesenta México fue el impulsor del Tratado de Tlatelolco. Acaso es tan malo que los mexicanos y los estadounidenses tengan intereses en común, o aún más allá la existencia de claras diferencias en algunos puntos no es suficiente para dejar de lado la relación bilateral.

Al contrario de Canadá los políticos mexicanos tienden a ver la relación en términos de blanco o negro, cuando en realidad existe toda una escala de grises entre ambos extremos. Dado lo complejo de la relación, es necesario que tanto Trump, como los mexicanos aprendan a ver la imagen completa, de otro modo no habrá manera de llegar a una entente. La estrategia de Trudeau de entender la complejidad de las relaciones internacionales y no responder a la retórica sin sentido de la Casa Blanca, es sin duda, una buena lección para México. Al igual que los canadienses, tenemos que reconocer que es nuestra responsabilidad demostrar a los estadounidenses, en particular a Donald Trump, que estamos viviendo una relación compleja dado el hecho que México es más débil que los Estados Unidos. Dado lo anterior, si tratamos de confrontarnos ante los E.U vamos a perder.


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